DE LA CARNE Y EL CEMENTO

Sobre la construccion de la nueva carcel de pamplona febrero 2008.

DE LA PERSONA Y EL CEMENTO.

 

Desde la asociación Salhaketa de Pamplona, después de veinte años luchando en defensa de los derechos de las personas presas, nunca podremos estar a favor de la construcción de cárceles y sí en la búsqueda de medidas alternativas, en la creación y desarrollo de centros de reinserción y en la concienciación social de las causas y condiciones socio- familiares de las personas privadas de libertad.

Dicho esto,  nos enfrentamos en Navarra con la necesidad de solucionar la situación de un centro provincial que, debido a su antigüedad ya centenaria, no cuenta con las condiciones mínimas necesarias para atender debidamente a sus ocupantes, ni llevar a cabo las funciones de reinserción y reeducación que institucionalmente se otorga a nuestro sistema penitenciario. Es más, tenemos un centro que carece de las medidas de seguridad necesarias y que por su propia estructura perjudica el desarrollo de los procesos de reinserción.

Es por ello por lo que entendemos absolutamente necesario atender a la realidad que supone la construcción de una nueva cárcel en Pamplona. En este sentido, estos últimos meses, hemos leído en diferentes medios de comunicación noticias relacionadas con la futura cárcel. Noticias que nos llegan por una parte en defensa de un centro para 600 personas y por otra en oposición a la construcción en el lugar, de momento, elegido. Frente a ambas queremos dejar constancia de nuestra opinión.

Siempre hemos defendido la necesidad de que la prisión se construya dentro del término municipal de Pamplona. Por un lado debido a que es la cuenca de Pamplona el entorno social de donde provienen la mayoría de los presos navarros, ello implica que es el lugar más apropiado para lograr una correcta reincorporación social y el menos gravoso para el acceso de los familiares. Por otra parte es la mejor forma de asegurar el acceso de la red asistencial y de los profesionales del ámbito penitenciario quienes se encuentran, en su mayoría, ubicados en la capital. Además facilita el acceso de las personas presas a la red sanitaria, a los juzgados, a los servicios de tratamiento externos,  el retorno de los presos al centro penitenciario durante las salidas, etc….

Pero existe una razón más, durante muchos años las cárceles han ido saliendo del entorno urbano de las capitales provinciales para situarlas en lugares apartados y de difíciles accesos. En ello existe una razón “oscura” de alejar de la vista pública no solo el edificio sino también a sus ocupantes. Aplicando el viejo dicho de “ojos que no ven corazón que no siente”, no solo se aleja a la institución penitenciaria del control social, sino que además se aleja a quienes, desde nuestro punto vista, más necesitan de una intervención, buscando su olvido y aumentando el, de por si enorme, “estigma” que supone la estancia en prisión. Las cárceles nos molestan, como si fuese necesario esconderlas y así dificultar el pensar o hablar de ellas.

Es posible que existan discrepancias sobre la ubicación elegida y que haya factores ecológicos y vecinales que deban ser escuchados y atendidos, pero también es necesario “poner en la balanza” las razones sociales y humanas que acompañan al edificio del que estamos hablando. No es solo en el cemento, también es en la vida de sus ocupantes sobre lo que debemos reflexionar.

Junto a la ubicación hemos leído la defensa que se hace de su capacidad, 600 presos, sin que se fije garantía alguna de que esta vaya a ser la cifra máxima, pudiendo Instituciones Penitenciarias, tal y como ha hecho en otras prisiones, aumentar su población según su parecer simplemente aumentando el número de camas por celda.

Respecto a esto, en la ponencia parlamentaria del año 2007, ya vinimos a poner sobre la mesa algunas consideraciones que queremos volver a resaltar. En primer lugar Navarra es la comunidad, según datos del gobierno central, con menor número de presos ( menos que Ceuta y menos que Melilla incluso ) en todo caso 600 presos, cuando en la actualidad tenemos 300 presos, muchos de los cuales no tienen su entorno social en Navarra, duplica como mínimo nuestras necesidades. Tenemos al 40% de nuestros penados en situaciones o medidas que no conllevan estancia en prisión, cifra que se reduciría al 10% con la nueva cárcel. Contamos con el apoyo económico y el número y preparación de profesionales suficientes para estar a la cabeza en el tratamiento penitenciario, sin que ello no suponga que aún estamos muy lejos de conseguir un tratamiento efectivo, situación que se vería abocada al desastre con una cantidad tan desproporcionada de futuros presos.

Hasta hoy se viene hablando del tamaño del edificio sin prestar atención a que ello implica necesariamente revisar y modificar nuestra red asistencial. Es preciso dotarla de más capacidad, invertir más dinero y lograr un aumento correlativo de los encargados de ella. A su vez, nuevos presos suponen nuevos retos. Algunos dependerán del propio edificio ( talleres, enfermería, acceso, protocolos de salida…) otros de la red externa ( más plazas, nuevos programas educativos, sanitarios, laborales…) y no estamos haciendo frente a esta realidad que se nos aproxima. Creemos necesario un estudio serio de las necesidades y la creación desde los poderes públicos de un plan de intervención que, desde ya, nos prepare para el futuro.

Una última reflexión, Navarra es de las pocas comunidades que tiene derecho a asumir competencias en materia penitenciaria y siempre se ha dicho que dicha negociación vendrá después de la inauguración del nuevo centro, sin embargo, con un centro desproporcionado para nuestra necesidades ¿no estaremos hipotecando el futuro haciendo inviable la asunción de esas competencias?

Solo habláis de cemento, hormigón y tamaño de un edificio olvidándoos que en su interior habrá personas con necesidades y sentimientos. Para nosotros es básico el entender que la cárcel como edificio no es lo importante, lo importante son las personas que se encuentran en ella. Personas privadas de libertad pero no del resto de sus derechos, personas que necesitan de nuestra implicación como sociedad para su reincorporación social. Pero a su vez es importante definir que sociedad queremos ser, una sociedad que busque la defensa de sus necesitados, que se enfrente con sus carencias de manera responsable y adulta y que persiga la justicia con todos sus miembros como primer objetivo para vivir en un entorno más seguro y digno o una sociedad que prefiera crear “islas” de castigo y abandono para sentirse falsamente mas convincente consigo misma, al fin y al cabo todos estamos a ambos lados del muro.
ASOCIACION SALHAKETA-PAMPLONA NIF G-31387806

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